Desde fuera pareces funcional, social, incluso sensible y empática. Pero por dentro hay caos. Cansancio. Confusión. Sensación de que vives actuando. Si te suena, es posible que estés dentro del espectro autista… y que nadie lo haya visto porque eres mujer.
Hoy hablamos del autismo en mujeres. De lo que no se dice. De lo que se camufla. Y de lo que se arrastra durante años sin nombre.
¿Por qué cuesta tanto identificar el autismo en mujeres?
Porque los criterios diagnósticos se basaron durante mucho tiempo en perfiles masculinos. Porque las mujeres hemos aprendido a camuflar desde pequeñas: a imitar, a sonreír, a callar. A sobrevivir encajando.
Esto se llama masking o camuflaje social. Y tiene un precio emocional altísimo.
Señales de autismo que pasan desapercibidas en mujeres
- Hiperempatía que te sobrepasa
- Dificultad para mantener relaciones sin agotarte
- Altísima sensibilidad sensorial (luz, ruidos, texturas)
- Rumiación constante, necesidad de control y rutina
- Intereses intensos o hiperfocalización
- Sensación de «no pertenecer» desde pequeña
- Agotamiento social extremo (pero sin que se note)
¿Qué tiene que ver esto con el trauma?
Muchísimo. Porque vivir años sin saber quién eres, forzándote a encajar, reprimiendo lo que sientes… es una forma de trauma relacional crónico.
Muchas mujeres ND viven en alerta constante, con síntomas de ansiedad, burnout, depresión o disociación. No porque estén rotas, sino porque han estado sobreviviendo en un sistema que no las ve.
¿Qué pasa cuando lo descubres?
Empieza el duelo. La rabia. La liberación. El perdón. Y sobre todo, empieza la posibilidad de reconstruirte desde lo que realmente eres, no desde lo que te pidieron que fueras.
¿Cómo acompañamos esto desde la terapia?
En Entropía trabajamos desde un enfoque integrador que une psicología, neurodivergencia, trauma y autocuidado. No se trata de encajarte más. Se trata de que te entiendas, te valides y puedas cuidarte desde lo que necesitas.
Puedes leer más sobre nuestros acompañamientos aquí: terapia para neurodivergencias
No eres rara. Es que no estás bien diagnosticada
Y ahora que lo sabes, puedes empezar a estar contigo de otra forma. Con comprensión. Con alivio. Con la energía que antes gastabas en disimular… ahora para vivir.