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Inflamación intestinal: lo que no digieres, tu cuerpo lo grita.

La inflamación intestinal puede esconderse tras síntomas como hinchazón, gases, molestias cada vez que comes… y mil pruebas que no encuentran nada claro. Puede que lo que esté inflamado no sea solo tu intestino, sino también todo lo que llevas acumulado emocionalmente. Hoy hablamos de eje intestino-cerebro, sus síntomas y su conexión con el estrés crónico, la ansiedad y el trauma. Todo lo que llevas acumulado emocionalmente puede estar relacionado con inflamación intestinal.

Inflamación intestinal: ¿qué es y por qué aparece?”

La inflamación intestinal no siempre viene acompañada de una enfermedad visible. A veces es una respuesta del cuerpo a un sistema nervioso en alerta constante. Otras, es parte de un proceso crónico como el SII o una enfermedad inflamatoria intestinal. También puede relacionarse con desequilibrios en la microbiota intestinal, intolerancias alimentarias no detectadas o una alimentación que no se ajusta a tu estado emocional y fisiológico.

7 síntomas sorprendentes de inflamación intestinal

  • Dolor o presión abdominal que aparece sin motivo claro
  • Gases, hinchazón o digestiones lentas incluso con comidas ligeras
  • Diarrea o estreñimiento que cambia con tu estado emocional
  • Náuseas o saciedad rápida que no tienen explicación médica
  • Fatiga intensa o niebla mental tras las comidas
  • Malestar corporal después de comer alimentos saludables
  • Sensación de inflamación cíclica que aumenta con estrés o ansiedad

Y no, no es normal tener molestias todo el tiempo. Que sea común, no significa que sea sano. Vivir con inflamación constante te roba energía, concentración y bienestar.

¿Qué tiene que ver esto con tus emociones?

Mucho. Tu intestino está conectado directamente con tu sistema nervioso. Cuando vives en alerta, sin parar, tragándote lo que no puedes decir o sentir… el cuerpo responde. Y uno de los órganos más sensibles a eso es tu sistema digestivo.

De hecho, cuando estás bajo estrés constante, se alteran los movimientos del intestino, la producción de enzimas digestivas, la secreción gástrica y hasta la percepción del dolor. Por eso hay personas que se inflaman solo con pensar en comer o tras una discusión.

Además, si comes rápido, sin masticar, mirando el móvil o sintiendo culpa, todo eso también interfiere en la digestión. El sistema digestivo necesita seguridad para hacer su trabajo. Comer en modo automático también es un factor importante que solemos pasar por alto.

No es solo lo que comes. Es cómo estás mientras comes. Y todo lo que cargas mientras lo haces.

¿Y con el trauma?

El trauma altera la forma en la que tu cuerpo gestiona el estrés. Afecta a tu microbiota, a tu motilidad intestinal, a tu capacidad de digerir no solo comida, sino también experiencias. Muchas personas con antecedentes de trauma (especialmente relacional o de infancia) tienen síntomas digestivos crónicos sin causa aparente.

Vivir mucho tiempo disociada, en fawn (complacer a otros para evitar el conflicto), en hipervigilancia o hipercontrol también tiene un efecto digestivo: tu cuerpo no puede dedicarse a digerir si está enfocado en sobrevivir.

Además, muchas personas con trauma digestivo sienten vergüenza por sus síntomas, lo que refuerza aún más la desconexión con su cuerpo. Y sin conexión, no hay digestión efectiva.

El cuerpo necesita seguridad para digerir. Y eso no lo genera una dieta perfecta, sino un entorno, una relación contigo misma y una sensación interna de calma.

¿Qué puedes hacer si esto te pasa?

Si la inflamación intestinal se ha vuelto parte de tu rutina, tu cuerpo merece otro tipo de cuidad

  1. Escucha tu cuerpo. Lo que sientes no es exagerado. tu cuerpo guarda tu historia.
  2. No te conformes con que “todo está bien” si tú no lo sientes así. Busca ayuda real con alguien que sepa sobre el tema de verdad como con Carlota o Nuria.
  3. Busca un enfoque integrador. En Entropía trabajamos la salud digestiva desde la psiconutrición: nutrición, emociones y cuerpo. Lo que comes, cómo lo comes y cómo te habitas mientras lo haces.

Aquí puedes ver cómo lo hacemos: psiconutrición y salud digestiva

Y si quieres ampliar desde la ciencia, este artículo de Harvard sobre el eje intestino-cerebro es muy claro.

Tu tripa también necesita que la escuchen

Porque no todo se soluciona con dieta. A veces hay que revisar lo que estás sosteniendo dentro. Y eso también se puede tratar. Con amor, con calma, y sin culpabilizarte.

Lo que no se digiere por fuera, también se estanca por dentro.

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