Vale, ya sabes qué es disociar. Pero ¿y si te dijera que muchas personas disocian a diario sin saberlo? Hoy vamos a hablar de esa disociación más silenciosa, la que no parece tan grave desde fuera, pero que te va apagando poco a poco por dentro.
Disociar no siempre es dramático… pero sí te desconecta
No hace falta tener lagunas de memoria o sentir que flotas fuera del cuerpo para estar disociando. A veces simplemente:
- No puedes llorar, aunque por dentro estás rota.
- Sigues con la rutina, pero sientes que no estás.
- Te ríes, trabajas, contestas mensajes… pero hay algo ausente.
Esto también es disociar. Estás ahí, pero no del todo. Estás con gente, pero no contigo. No estás triste ni feliz. Estás como en pausa. Y a veces, ni siquiera te das cuenta de lo cansada que estás de sostener eso.
¿Por qué pasa esto?
Porque tu cuerpo aprendió que sentir duele. Que mejor anestesiar que explotar. Que mejor desconectarte de ti que arriesgarte a que duela otra vez. Y eso, aunque haya sido útil en su momento, ahora te aleja de lo que eres.
Señales de que estás funcionando en piloto automático
- No sabes cómo te sientes hasta que alguien te lo pregunta.
- Evitas parar porque sabes que si paras, colapsas.
- Te cuesta conectar con placer, con presencia, con el cuerpo.
- No puedes quedarte sola sin móvil, ruido o distracción.
- La vida se te pasa y tú solo reaccionas, no eliges.
¿Qué puedes hacer con esto?
- Darte cuenta, sin juzgarte. Esto no va de hacerlo mal, va de que tu cuerpo ha hecho lo que ha podido.
- Buscar momentos de reconexión pequeños. Comer sin móvil, caminar sintiendo los pies, nombrar lo que sientes aunque no sea «intenso».
- Terapia. Con alguien que sepa trabajar trauma desde la seguridad, el cuerpo y el respeto.
En Entropía trabajamos así. Sin forzar, sin etiquetar, sin invadir. Puedes empezar desde donde estés. Aquí te cuento cómo lo hacemos: terapia trauma online
También puedes echar un vistazo a este artículo sobre trauma complejo y disociación que lo explica desde la neurociencia.
No hace falta tocar fondo para empezar a sanar
Si sientes que te estás apagando, que algo se ha desconectado de ti, es suficiente. No necesitas pruebas ni etiquetas. Solo darte permiso para volver a ti. Con calma. Con amor. Con guía.
Volver a ti es posible. Y lo mereces.